miércoles, 9 de septiembre de 2009
FUNDACION DE BOGOTA
El Santo Sacrificio de la Cruz, la Santa Misa, fue el primer acto oficial en la fundación de Bogotá adelantada por Don Gonzalo Jiménez de Quesada, Noble de Sangre español, acompañado de un puñado de valientes que partieron de Santa Marta el 5 de abril de 1536. Algunos autores dicen que los conquistadores tomaron la ruta del río Magdalena y otros que la expedición inició su fatigosa travesía por la provincia del Valle de Upar, rodeando inicialmente la Sierra Nevada, hasta bordear el río Cesar. Posteriormente alcanzaron Chipatá, emprendiendo más adelante su ascenso a través de la cordillera hasta encontrarse con los poblados de Suesca y Zipaquirá. ¿Qué impulsaba a estos hombres para emprender una empresa tan azarosa? ¿No sabían acaso que a su paso se encontrarían con los indios Chimilas, caníbales y belicosos, entre otras tribus salvajes? ¿Acaso no comprendían que las plagas y el malsano clima acabarían sin piedad con sus vidas? El cansancio, el hambre, y las enfermedades eran el pan de cada día. Algunos cronistas nos dicen que el estado de inanición alcanzado les obligó a comerse las correas con que acicalaban sus caballos. Después de tortuosas penalidades y de ver morir a muchos de sus subalternos, el hidalgo Don Gonzalo y 166 sobrevivientes a la colosal empresa tomaron posesión del territorio alcanzado otorgándole el nombre de Santa Fe, en remembranza del verdadero móvil de su fatigosa gesta. El 6 de agosto de 1538, en nombre del Dios todopoderoso y bajo la protección de la Santísima Virgen María Bogotá sería fundada. El general Jiménez planta una cruz en medio de una plaza de arena, y en la esquina norte una estaca donde consta que allí se establecería la capital del Nuevo Reino de Granada. Inmediatamente, se trazó la incipiente aldea donde se edificarían 12 bohíos de paja, en honor de los Apóstoles del Señor, que rodearían el primer templo cristiano del altiplano. La primera misa fue celebrada en acción de gracias, el día de la Transfiguración del Salvador, por el padre Domingo de las Casas, con ornamentos que aún se conservan en la sacristía de la Catedral de la ciudad.¿Arriesgarían su vida los conquistadores por un poco de oro y piedras preciosas? La Leyenda Negra de la Conquista hoy día ha sido revaluada holgadamente. Estos intrépidos caballeros del siglo XVI, buscaban ideales más altos, trascendentes, eternos. Querían que el mensaje del Evangelio alcanzara a todos los hombres, sin distingos de ninguna índole. Buscaban que la barbarie del canibalismo, de los rituales y sacrificios humanos de inocentes –muchas veces recién nacidos- llegara a su fin. La fe verdadera fue el gran legado de la corona española en el nuevo mundo. La doctrina de la Iglesia Católica floreció abundantemente logrando que la América Hispana llegase a albergar un abrumador número de católicos, que hoy comparten su lengua, sus costumbres y su empeño por alcanzar mejores condiciones de vida para sus pueblos. El Siervo de Dios Juan Pablo II, no se cansó de afirmar que Latinoamérica era el continente de la esperanza. El Santo Padre Benedicto XVI en su reciente visita al Brasil afirmó que "Cristo era el salvador que los indígenas deseaban silenciosamente", sin olvidar que en algunos casos se hubieran podido cometer atropellos contra los reductos indígenas. No olvidemos que al lado de los conquistadores, venían los frailes dominicos y franciscanos, que posteriormente acompañados de muchas congregaciones religiosas y miembros del clero secular asistieron espiritualmente y materialmente a los nativos alcanzándoles significativos progresos en todos los órdenes. Sin duda “…Bogotá religiosa prosperará…”, como proclama la piedra esculpida en el frontis de la Catedral Primada, la ciudad… de… la Santa… Fe.
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